El estrógeno es la hormona sexual femenina más importante. Suele acompañar a la serotonina, la oxitocina, la dopamina y otras sustancias químicas que ayudan a la sensación de bienestar.
El estrógeno va de la mano de la progesterona que, aún siendo ésta menos importante, sirve para regular y contrarrestar algunos efectos de los estrógenos. El estrógeno es responsable de la excitación, de la sensación de bienestar y plenitud, entre otras funciones.
La testosterona es la hormona masculina más característica y es la responsable de la energía física, el humor, el tono muscular, la fuerza y el impulso agresivo.
No obstante, también es una hormona segregada por los ovarios y las glándulas suprarrenales de las mujeres (aunque en menor proporción que en el hombre) y su presencia contribuye a despertar el deseo sexual, tanto en hombres como en mujeres.
La testosterona es la responsable de los mecanismos de seducción, interviene en el juego sexual previo y en la capacidad para atraer y cautivar a la pareja sexual.
La cantidad de hormonas sexuales va cambiando durante la vida de la mujer, alcanzando su plenitud durante la pubertad y su menor nivel tras finalizar la menopausia.
Con la edad y debido a estos cambios hormonales, la vagina se vuelve menos elástica y va perdiendo ese color rosado tan característico, la lubricación va siendo menor y las contracciones del orgasmo también son menos intensas.
Se tarda más tiempo en conseguir excitación y en llegar al punto crucial del orgasmo, pero no se pierde nunca la posibilidad de experimentar el placer físico sexual.
La respuesta sexual en la mujer
Las mujeres tienen una respuesta sexual a nivel fisiológico muy similar a la de los hombres: experimentan, como ellos, deseo, excitación, orgasmo y por último la sensación de bienestar físico. Sin embargo, existen algunas diferencias que conviene tener en cuenta para entender mejor la sexualidad femenina.
Así, en esta respuesta sexual femenina interviene, no sólo la excitación física, genital u objetiva, sino también la excitación subjetiva. Por tanto, los trastornos del deseo sexual o de la libido en la mujer no siempre son debidos a factores biológicos.
El estrógeno va de la mano de la progesterona que, aún siendo ésta menos importante, sirve para regular y contrarrestar algunos efectos de los estrógenos. El estrógeno es responsable de la excitación, de la sensación de bienestar y plenitud, entre otras funciones.
La testosterona es la hormona masculina más característica y es la responsable de la energía física, el humor, el tono muscular, la fuerza y el impulso agresivo.
No obstante, también es una hormona segregada por los ovarios y las glándulas suprarrenales de las mujeres (aunque en menor proporción que en el hombre) y su presencia contribuye a despertar el deseo sexual, tanto en hombres como en mujeres.
La testosterona es la responsable de los mecanismos de seducción, interviene en el juego sexual previo y en la capacidad para atraer y cautivar a la pareja sexual.
La cantidad de hormonas sexuales va cambiando durante la vida de la mujer, alcanzando su plenitud durante la pubertad y su menor nivel tras finalizar la menopausia.
Con la edad y debido a estos cambios hormonales, la vagina se vuelve menos elástica y va perdiendo ese color rosado tan característico, la lubricación va siendo menor y las contracciones del orgasmo también son menos intensas.
Se tarda más tiempo en conseguir excitación y en llegar al punto crucial del orgasmo, pero no se pierde nunca la posibilidad de experimentar el placer físico sexual.
La respuesta sexual en la mujer
Las mujeres tienen una respuesta sexual a nivel fisiológico muy similar a la de los hombres: experimentan, como ellos, deseo, excitación, orgasmo y por último la sensación de bienestar físico. Sin embargo, existen algunas diferencias que conviene tener en cuenta para entender mejor la sexualidad femenina.
Así, en esta respuesta sexual femenina interviene, no sólo la excitación física, genital u objetiva, sino también la excitación subjetiva. Por tanto, los trastornos del deseo sexual o de la libido en la mujer no siempre son debidos a factores biológicos.
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